Argentina atraviesa una grave crisis económica y social desde que el gobierno socialista de Alberto Fernández asumió el poder en diciembre de 2019. El peso argentino se ha devaluado más del 50% frente al dólar estadounidense en los últimos dos años, lo que ha provocado una inflación galopante, una caída del poder adquisitivo, una fuga de capitales y un aumento de la pobreza y el desempleo.

El presidente Fernández ha aplicado medidas controvertidas para intentar contener la crisis, como el aumento de los impuestos, el control de cambios, el congelamiento de tarifas y salarios, el aumento del gasto público y la emisión monetaria. Sin embargo, estas medidas no han logrado reactivar la economía ni generar confianza en los mercados. Al contrario, han agravado el déficit fiscal, la deuda externa y la brecha cambiaria.

La situación se ha visto empeorada por la pandemia de covid-19, que ha golpeado duramente al país sudamericano. Argentina tiene una de las tasas más altas de contagios y muertes por coronavirus del mundo, y ha sufrido varias olas de restricciones y confinamientos que han afectado aún más la actividad económica y social.

Ante este panorama desolador, muchos argentinos han expresado su descontento con el gobierno socialista y han salido a las calles a protestar. También han surgido voces críticas desde la oposición política, los medios de comunicación, los empresarios y los organismos internacionales. El gobierno se enfrenta a un gran desafío para revertir la crisis y recuperar la credibilidad antes de las elecciones legislativas de noviembre de 2021, que serán un termómetro de su gestión.